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Vaya partido espantoso, ayer, el de Pumas contra Estudiantes (Tecos). No debiera tal vez sorprendernos la pobreza de los de Zapopan pero el desempeño de uno de los presuntos protagonistas de nuestra liga –otro de los “grandes”, miren ustedes– viene siendo una triste comprobación de lo poquitero que es el balompié nacional. Esos tristes felinos se fueron del estadio abucheados por su afición. Se lo tuvieron bien merecido.
¿Y los otros? Pues, a ver, los columnistas solemos ensañarnos con los “perdedores” y los jugadores de Tecos cumplen a cabalidad con la etiqueta por más que el profe Eugui –un tipo de primera– quiera que exhiban tamaños y que saquen la casta.
No es comparable, en este sentido, el primero de los recientes descalabros de Necaxa, cuando bajó a la llamada División de Ascenso durante el Clausura 2009: los Rayos jugaban bien y con agallas perotuvieron mala suerte (esto, lo de que la fortuna te favorezca es, con perdón, algo determinante el futbol por más que algunos equipos de relumbrón no necesiten casi de ayudas divinas). Luego, tras el retorno a la Primera División, vendría el inexplicable despido de Omar Arellano –otro personaje merecedor, creo yo, de todos los respetos– siendo que era, precisamente, quien les había devuelto la categoría. Cosas de los directivos. O, mejor dicho, torpezas, meteduras de pata y burradas. Llegó Brailovski y fue el desastre: ahí donde el buenazo de Arellano había perdido apenas cinco partidos de 44, el Ruso cosechó… ¡once derrotas en 15 encuentros! Ay, mamá.
Lo que vino después es historia bien sabida: el nuevo descenso de los Rayos. Y, una vez ahí, en la famosa división de ascenso y con un sistema que busca blindar a los equipos de Primera, pues nada, los jugadores de un equipo histórico no parecen encontrar, ahora, la manera de volver (necesitarían, de seguro, los cuidados directos de don Omar pero no creo que el hombre quiera hacer méritos para que lo vuelvan a despachar a las primeras de cambio).
Y, en estos momentos, la crónica de una muerte anunciada lleva a Tecos de personaje principal. Si lo del Necaxa fue una combinación de mala suerte y mala administración, lo de Estudiantes es todavía peor: mal futbol, antes que nada. Pero, en fin, a alguien, de todas formas, le toca bajar. Así de sencillo
